Vistas de página la semana pasada

jueves, 23 de julio de 2020

Las tapias del cementerio

Esta es una historia real, los hechos son verídicos salvo los nombres que han sido cambiados.
 Corrían los primeros meses del año 1937. Juan un hombre humilde hijo de una viuda, agricultor y el menor de sus hermanos Los mayores  habían emigrado a Sudamérica buscando un futuro mejor. 

Solo quedaban su madre y varias hermanas  casadas y con sus familias. Juan se ocupaba de su madre, sus tierras y trabajando la hacienda familiar. 
Era un joven serio responsable y ajeno a los acontecimientos que corrían tras el golpe de Estado. Juan se casó joven, pero aún no tenía hijos, así que trabajaba para mantener a su mujer y a su madre. 
Quiso la mala fortuna, que el señorito de turno viese la oportunidad de hacerse con unas tierras que jamás quisieron venderles, tierras de las que sacaban el sustento para vivir. 

Aprovechando las circunstancias de la guerra civil (más bien el golpe contra el gobierno legítimo) no vio otra cosa mejor que acusar a Juan de asesinato (como bien, dije antes Juan era ajeno a todo el devenir de la contienda). Llegó el fatídico momento, y Juan fue detenido y trasladado a la cárcel provincial. Su madre y su esposa quedaron asombradas y tan impresionadas  de tan crueles acusaciones. 

Pasaban los días,  las semanas y todo  presagiaba un final nada esperanzador. 

Como si fuese ajeno a ello un día llego el señorito sin escrúpulos ninguno y dirigiéndose la madre de Juan le dijo. "Mira María no te preocupes que esto lo arreglamos sin problema, sabemos que tu hijo es buena persona, es inocente. Vende aquellas tierras y pagando pronto tendrás a  tu hijo en casa." 
Su madre en el afán de salvar la vida de su hijo malvendió la tierra y recaudó el dinero para salvar a su hijo. El señorito se ocupó de todo los trámites y" todo listo". 

Se presentó en casa de María y le comunico :María mañana si quieres puedes ir a por tu hijo y traerlo a casa. Aquella mañana calurosa de agosto María marcho a la capital con la esperanza de abrazar a su hijo y verle al fin libre de tan infame injusticia. 
A las puertas de la prisión provincial, en el cuerpo de guardia le comunica al guardia que venía a recoger a Juan su querido y añorado hijo, "veamos ¿Juan Rodríguez Rodríguez? sí es mi hijo respondió María" 

Aquella mujer ajena al nubarrón que se avecinaba, no era consciente de lo que se le venía encima. Señora María, le dijo con voz seca el guardia. 
Su hijo ya no está entre los vivos, fue ajusticiado hace tres días en las tapias del cementerio. 

María cayó al suelo en redondo, volviendo con el corazón roto a su hogar sin su amado hijo. La vida dejo de tener sentido para ella llevándosela a la tumba, no sin antes hacerle jurar a sus hijas que jamás vendieran al señorito, ni a sus descendientes ni un metro cuadrado de la tierra que quedaba. 
"Mucha de las fortunas de los muy patriotas y demócratas están manchadas de sangre" foto del diario Ideal de Granada 

No hay comentarios: